1993, 30 años después: ADOLESCENCIA CRISÁLIDA EN EL FIN DE LA HISTORIA

Se dictará el curso "LA AVANZADA METAMUSICAL DE LOS 90" (2do grupo) desde el sábado 4 de noviembre. El costo por cuatro sesiones es de S/100
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1993 fue para mí un año clave en mi formación postmusical. Venía de un colegio, el Salesianos, donde varios destacábamos por nuestra afición a los sonidos alternos. Tales compañeros tenían cuadernos adornados con nombres como Jesus & Mary Chain, Curve o Chris & Cossey. Eso en el 90, 91, 92, cuando al mismo tiempo estaba conociendo las tiendas de piratería de la ciudad: Funky Hits, los diversos stands de las Galerías Centrolima, la mítica Av. Colmena, Enigma Discos en Galerías Brasil y las tiendas de Miraflores, a saber, Nix 7 Records de DJ Relax, Transmission Records de Eduardo Lenti (ex DJ en Bauhaus y Nébula) y el point en Galería Benavides.

En 1993 ingresé a la pre Católica donde conocí a mi compadre Jaime Alfaro, a la sazón recalcitrante melómano. Así dio la casualidad que fuera dicha calenda cuando, como un torrente o vendaval que cae sin poder moverme o hacer nada para impedirlo más bien al contrario, conocería el shoegaze dream pop, canciones y bandas caletas del dark new wave y la experimentación post psicodélica made in Rugby vía The Darkside, Spiritualized y Spectrum.

Además de todo ello, 1993 fue en Perú el inicio del reino del neo-liberalismo, legalizado por los portavoces y mandamases del sistema así como ratificado en una nueva Constitución. Como siempre acá y en todas partes, quien tiene la plata escribe las leyes. Vivíamos tiempos de permanentes crisis y del fin de la Historia en manos del capitalismo. El zeitgeist iniciaría la era del consumo, mercado libre, hedonismo y evasión material. El país avanzaba a trompicones, pleno de corrupción y jamás estuvo a la par de economías/sociedades vecinas como Chile o Argentina. Prueba palpable de ello son tristes realidades como nuestra infraestructura republicana. Después de 30 años de neo-liberalismo, solo contamos con un chiste o remedo de metro, de solo una troncal habilitada, los espacios públicos brillan por su nulidad y los servicios, privados o estatales, descollan en ineficiencia y lentitud burocrática. Hace poco la pandemia dejó ver lo mucho que se ha retrocedido en todos los aspectos. Y es que, como expresó desde el fondo de su negra alma la Tatcher, “la sociedad no existe”. Y acá se la creyeron re-bien.

Provengo de una familia de clase trabajadora, de conurbano y con padres docentes. Para el Wilder de 16 años, el Wilder de 1993, salir a la calle y ver el gris de la ciudad, las autopistas, avenidas, los rostros y empujes solo tenía sentido si iba acompañado sempiternamente de música. Escuchaba His Name Is Alive, My Bloody Valentine, Pram, Spectrum o Slowdive en el micro o combi yendo a la pre y después a Estudios Generales en la Universidad. Mi entendimiento estaba teñido de esas vibraciones de algodón y radiaciones etéreas que distorsionaban mi mente en pos de la abstracción, miel mental original. Casi ni percibía, tan embebido estaba por los sonidos, las implicancias, gracias y desgracias, de la vida en comunidad: las taras, los racismos, clasismos y demás podre.

De lo que sí caía en cuenta, era del tremendo valor de esta música, muy a despecho del ninguneo oficial hacia ella por parte de la mass-media pero también de los que se suponía deberían haber sido sus primeros defensores, los fans de la música independiente, llámese darkis, new wavers, punkys, indies -antes de que “indie” terminara por asociarse a individualismo, egos y plata. De tal guisa que si tenías la suerte de encontrar gente que escuchara lo mismo que tú, inmersos en un ambiente donde ello era como hablar latín o esperanto, en una te volvías amigo de la tal persona y compartías aventuras y descubrimientos desde entonces. Así sucedió. Y no dudaba en tirarme la pera de las clases en la de Lima para subir hasta Payet o Tawantinsuyo y ensayar con los Hipnoascensión y aprender a través de ellos y la música nuevas ideas y sustancias que, en ese momento, no estaban disponibles ni en la mejor de las Bibliotecas del país. También recalé varias veces en casa de Jaime a la espalda de radio doble 9. Ya luego, un par de años después, con el nacimiento de Crisálida Sónica, las sesiones, encerronas y atardeceres astrales se fueron ampliando alrededor de otras zonas de Lima.

Casi está demás notificar que estas músicas pasaron factura y afectaron nuestra psique y temperamento. Nos formó cual seminario o liceo. Fuimos a la escuela de la vanguardia en tiempo real, el internado de Kevin Shields y Sonic Boom, la facultad de Richard D James y Stockhausen. Antes que nadie y, sobre todo, antes que el mercado, la gentrificación y estafadores asomaran o se dieran cuenta de los shoegazers, ambient y post-rockers experimental shiny heads.

Vivimos en el fin de la historia y nuestros ensueños y proezas se irán con ella.

NOTA:

El autor de este texto estará dictando el curso “LA AVANZADA METAMUSICAL DE LOS 90” (2do grupo) desde el sábado 4 de noviembre.

Desde el 4 noviembre. Los sábados 4, 11, 18 y 25 de noviembre.

El siguiente grupo inicia clases el SÁBADO 4 DE NOVIEMBRE. Las sesiones tienen una duración aproximada de 1 hora y se dan materiales de lectura y escucha previas para cada clase.

INBOX: [email protected]

Costo: 4 sesiones por 100 soles.

@wildergonzalesagreda 2do grupo del curso: LA AVANZADA METAMUSICAL DE LOS 90 – Desde el 4 noviembre. Los sábados 4, 11, 18 y 25 de noviembre. Las sesiones tienen una duración aproximada de 1 hora y se dan materiales de lectura y escucha previas para cada clase. INBOX: [email protected] Costo: 4 sesiones por 100 soles. MÁS INFO EN https://peruavantgarde.blogspot.com/2023/10/2do-grupo-del-curso-la-avanzada.html #contracultural #nomusico #experimentalmusician #crisalidasonica #peruavantgarde #wildergonzalesagreda #ambientmusic #idmmusic #postrock #shoegaze #mybloodyvalentine #spacemen3 #seefeel #labradford #aphextwin #autechre #silvania #warprecords #4adrecords #creationrecords ♬ Fixen’ To Die – Spacemen 3

CODA:

SEEFEEL – Quique (Too Pure, 1993): Demasiados guitarreros para los chicos techno y demasiado electrónicos para los indie kids, o eso decían por todos lados. Demasiado indicado para mi. Lo tenían todo. Cordilleras de guitarras, loops, acoples, voces como de sirenas y ninfas galácticas -¡divina Sarah Peacock!-, bajos post psicodélicos, percusiones inteligentes. El non plus ultra de 1993 en los reinos del pop de ensueño y la arremetida shoegaze. Lo más alucigenial fue que en Lima, Perú lo disfrutamos en tiempo real. Sí, cuando costaba esfuerzo conseguir música y la ponderabas más que a los culos, chelas y demás chucherías.

“Quique”, es un maestro de significado incierto que introduce océanos de sonido como abejas vibracionales despertando al aura después del quinto fin del mundo, año 500,000. Imperial, Industrious, Charlotte’s Mouth, Polyfusion, Filter Dub, Climactic Phase #3. Cada track sería single del año si el hombre fuera más que un triste remedo de lo que alguna vez fue, antes de la Historia. “El hombre es un mendigo cuando reflexiona y un Dios cuando sueña”. – WGA/PERÚ AVANTGARDE

PRAM – The stars are so big, the Earth is so small… Stay as you are (Too Pure, 1993): Para ser prosaico por un momento, Pram da una idea de cómo podría haber sonado el punk si su era no hubiera sido eclipsada terminalmente por varios imperativos sociales y políticos (un gobierno laborista insufrible que se autodenominaba socialista y la amenaza de la bomba). Este año ha visto el regreso del DiY y el lo-fi, lo tacaño como virtud: no una reafirmación de la mitología del punk de “cualquiera puede hacerlo”, sino más bien una recreación de las milagrosamente convenientes grabaciones de cuatro pistas que Can logró en su primeros discos de la era Innerspace. Este cuarteto de Midlands en particular (dos chicas, dos chicos, todos todavía en la adolescencia) definitivamente aspira a los nocturnos Jetstream de Future Days y Soon Over Babaluma, pero mientras Can en esa fase grababa sus visiones lunares con la mejor punta plateada, Pram están haciendo sus primeros y complicados intentos de utilizar el proceso de placa húmeda coloidal. La inspiración viene de los lugares más extraños.  – ROB YOUNG* (Extraído de The Wire mag)

El sonido de Pram era de un exotismo alienígena. Tipos ingleses tocando con teclados de juguete, aires tribales y hasta latinos en su sonido y una cantante que parecía salir de una temporada en el manicomio. Fueron uno de los ejemplos más palmarios de la amplitud de horizontes y radicalidad del primigenio/verdadero post-rock. Mucho antes que Mogwai, Explosions, GSY!BE, etc. Su pop de dormitorio yonqui prefiguró un sonido que luego cosecharía éxitos para gente como Portishead, Broadcast y hasta los franceses Air. Pram lo integraban Sam Owen (bajo), Max Simpson (teclados, sampler), el extraordinario batero Daen Garratt y la locasa Rosie Cukston en las vocales. Provenían de las regiones centrales de Inglaterra y se habían encontrado por primera vez en un supermercado de Birmingham. En ese mismo punto definieron el ethos de la banda: “durante la que jamás diríamos nuestra verdadera edad; solo así podemos ser autoindulgentes”. Para 1993 ya habían publicado el mini-LP “Gash” (en su propia disquera, Howl, en 1992), una oda a la extravagancia avant noise rocker, pero fue en su primer álbum, nada menos que para Too Pure (¡!), “The stars are so big, the earth is so small… stay as you are”, en el que sus atmósferas de juguete y frustraciones juveniles en cóctel con influencias sónicas que van desde Faust, Can, Wire, Captain Beefheart, avant jazz a Delia Derbyshire hacen explosión y el resultado es uno de los discos más sublimes de los 90. Años de la exploración post-rocker, electrósónica experimental y visiones. Un documento que expone las posibilidades de cuatro pastrulos para la senda del pastel postmusical. – WGA / PERÚ AVANTGARDE

VERVE A Storm in Heaven (Hut, 1993)

SLOWDIVE – Souvlaki (Creation, 1993)

Verve hace del hastío una virtud y un vicio. Suenan indiferentemente atractivos: serían buenos holgazanes. Una pareja que vive en Preston y que aún no ha alcanzado el estrellato debe multiplicar su factor de aburrimiento por diez. Verve, cuatro jóvenes de 21 años de Lancashire, que fueron aclamados el año pasado como “inmortales” después de un concierto y sin edición en vinilo, tenían todo el revuelo y algo más que cumplir. Su debut es una mezcla fría envenenada con una guitarra psicodélica en un aburrido paisaje onírico ocasionalmente prolongado por improvisaciones que consisten en flautas o saxo funky en los melancólicos títulos “Butterfly” y “The Sun The Sea”. Como era de esperar, los fantasmas del rock acechan su sonido mientras Verve aparece como Zeppelin, tiene una postura como The Stones y de vez en cuando se hace eco de Morrison/McCulloch. Producida por el famoso productor de Stone Roses, John Leckie, la comparación entre los esquivos Manes y Verve no es diferente. La diferencia es que Verve son menos inmediatos y menos pop pero igualmente petulantes (si eso es posible). Con el actual resurgimiento de los años 70, Verve podría ser masivo con sus cuellos en V y pantalones acampanados (Richard, el cantante principal, ya se parece a la estrella de rock Jagger en la Performance de los Roegs). ¿Pero es Verve la auténtica cosa? Ahora que tienen un primer LP viciado pero seductor finalizado, esperemos que se mantengan firmes.

Mientras tanto, Slowdive es un buen ejemplo de una banda independiente que se desarrolla más allá del primer álbum.

Han desarrollado un sonido ambiental pulido en su segundo LP, tanto que es difícil creer que fueran uno de esos grupos apenas adolescentes del Valle Támesis que estaban listos para seguir los pasos de Ride.

Slowdive ha dejado atrás toda esa diversión pubescente. En cambio, suenan realizados sin perder la sensación de inocencia mágica sugerida por las voces masculinas y femeninas en medio de espectros de guitarras fluidas. En varios puntos recuerdan a The Chamaleons, Cocteau Twins y My Bloody Valentine. Pero principalmente Slowdive compone la banda sonora de un sueño perfecto, tejiendo dream-pop a partir de una madeja de colores alucinantes.

SAM BATRA*
(Extraído de The Wire mag)


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