Christina Rosenvinge: “Me sentía con derecho a subirme a un escenario y ser la jefa de una banda porque tenía un pensamiento feminista”

Cantante, compositora, escritora, activista, feminista y, tres décadas después, todavía “subterránea”. Con todos estos años en la música, se ha convertido en una referente del rock en español y de la escena alternativa; tanto desde lo sonoro como desde lo lírico. A sus seis décadas de vida, la madrileña considera hoy que la nostalgia es una forma de entender que la vida es más hermosa. Y esa nostalgia la traerá nuevamente al Perú el próximo 11 de octubre, ya que se presentará en el C.C. Barranco junto a su banda Los Subterráneos para rendirle tributo a su indispensable disco Que Me Parta Un Rayo (1992, WEA Music). Conversamos con ella al respecto de este nuevo reencuentro con el público limeño.

 

Quiero empezar la entrevista mostrándote el siguiente artículo periodístico:

Christina Rosenvinge para la revista Caretas (Mayo, 1994)
Christina Rosenvinge para la revista Caretas (Mayo, 1994)

 

 

El artículo se publicó en mayo de 1994. Fue hace 30 años, cuando llegaste a Lima para presentar el proyecto Christina y Los Subterráneos en dos fechas: una en el desaparecido Salonazo y otra en el Colegio Roosevelt. ¿Qué recuerdas de esa primera gira peruana?

Christina: Estaba sorprendida. No era consciente de que era tan conocida en Perú, y que existía todo ese entusiasmo por parte de la gente. Recuerdo que El Salonazo era el típico sitio rockero; ‘garito’, como decimos en España. Desde el camerino se oía un gran bramido del público, y cuando salimos al escenario, la reacción fue espectacular. La gente se subía por las paredes y saltaban tan alto que parecía que volaban. Fue algo mágico. Esa era una época de conciertos de muy alta energía, pero ese fue el que arrasó con todo. En los siguientes conciertos, los músicos de la banda nos juntábamos para hablar de ese día.

 

¿Qué impresión te dejó la sociedad limeña de esa época?

C: Lo que uno ve desde el escenario es limitado, pero sentí una energía altísima. Mucho entusiasmo y muchas ganas de cambio. No fue un viaje tan largo porque era parte de una gira. Yo quería quedarme más tiempo en Perú. Sin embargo, no pude. 

 

En 1994, Perú tenía en el poder al exdictador Alberto Fujimori, quien falleció hace unos días. Pese a su pasado, Fujimori recibió un funeral de Estado, tres días de duelo nacional, además de otros homenajes por parte del Gobierno actual. ¿Estabas al tanto de esas noticias?

C: No sabía que se le había dado tres días de funeral de Estado. Sí sabía que había fallecido hace poco.

 

El punto es que, a pesar del tiempo y las décadas transcurridas, vuelves a un país siempre inmerso en contextos sociales y políticos complicados. Teniendo en cuenta ese tipo de situaciones a las que se enfrenta un músico durante las giras, ¿crees que los artistas deben asumir algún tipo de rol político?

C: Lo que yo percibía hace 30 años en Perú, que también me pasó en Chile, era ilusión por el futuro y ganas de cambio. [Decir algo] acerca del rol político es complicado, porque para hablar de temas políticos específicos tienes que estar muy informado. Sobre todo para que no te saquen alguna frase de contexto. En España hablo de temas muy concretos, que conozco muy bien, pero no me aventuro a hacer juicios de valor sobre temas que no conozco en amplitud.

 

 

***

 

A principios de este año, desde Tercer Parlante y Conciertos Perú publicamos un reportaje sobre más de 20 denuncias de violencia sexual contra mujeres en la escena independiente peruana. Te preguntaba sobre el rol de los artistas, pero ahora quiero consultarte sobre el público. ¿Cuál es el rol de la audiencia en situaciones así?

C: Estos casos son importantísimos que se hablen y exterioricen, pero también creo que es muy importante por parte de los periodistas hacer estas preguntas más a los hombres que a las mujeres. Los que ocasionan este problema son ciertos tipos de hombres y es a ellos a quienes hay que hacerles la pregunta. No a las mujeres que lo sufren, sino a los hombres que lo causan, que igual no son todos; pero los que son… son muy dañinos. Los espectadores de estos hechos también tienen que mojarse. Hemos llegado a un momento donde solo las mujeres hablamos de lo que está ocurriendo. En Francia ocurrió el caso de una mujer cuyo marido la drogó y violó. No hubo reacción masculina. Es crucial el posicionamiento de los hombres respecto a los casos de violencia. Saber cuál es su postura como hombres.

 

¿Se puede decir que, a lo largo de los años, la mirada hacia la igualdad de género ha evolucionado?

C: Sí. Puede que sea más lenta de lo que sentimos que debería ser porque lo vemos como algo tan obvio, pero sí que hay una evolución. Antes no se hablaba de todo esto. Se daba por hecho que las cosas eran así y no había forma de cambiarlas. Hoy por lo menos se habla, se cuestiona y causa controversia. Todavía hay casos de abuso en todos los ámbitos, pero por lo menos hay un juicio de valor respecto a esto. Todos estamos de acuerdo en que las cosas pueden cambiar. 

 

¿El arte es el motor que mueve este pensamiento crítico?

C: El arte evoluciona al mismo tiempo que la sociedad. Dentro del arte también hay muchas posiciones: de vanguardia y retrógradas. Se encuentran los dos extremos. Lo que no se puede ser es simplista. Que uno tenga una posición ideológica o política sobre un tema, no significa que este tiene que estar presente en todas las canciones que escriba.

Si hay una mujer en el centro de un escenario cantando una canción de desamor, es más importante que esa mujer tenga esa voz y un micrófono… que el propio tema de la canción. La letra de una canción no tiene porque ser ‘empoderadora’; una mujer cantando con un micrófono siempre es de por sí algo poderoso. Los seres humanos somos tan complejos emocionalmente, que uno siempre va a escribir sobre sus lados más oscuros y sus contradicciones. En gran parte, lo que refleja la música son las contradicciones y debilidades del ser humano. No se le puede pedir a la música que se convierta en un panfleto político. Cada uno debe escribir lo que siente: esa es tu primera obligación. Cuando alguien me dice: “La música tiene que hablar de esto, de lo otro”, les digo: “No. La música tiene que ser por sobre todo buena música y tiene que tener buenas letras”. A partir de eso, lo que signifique simbólicamente lo tendremos que analizar entre todos.

 

¿Cómo ha cambiado el simbolismo de tus letras a lo largo de tu carrera? ¿Han ido adquiriendo otros significados?

C: Me alegra que cuando Que Me Parta Un Rayo (1992, WEA Music) salió, nadie dijo que era un disco feminista porque la palabra ni siquiera estaba en el léxico. A los pocos medios que me preguntaban si era feminista, yo les decía: “Sí, sí, porque soy partidaria de la igualdad. Por eso soy feminista”. En esa época, todavía no se entendía ni de lejos la palabra. No se concebía que había que asumir una postura. Pasaba que yo me sentía con derecho a subirme a un escenario con una guitarra y ser la jefa de una banda porque tenía un pensamiento feminista. Si no lo hubiera tenido, probablemente habría dejado que otro sea el jefe. 

 

¿Hoy todavía te defines como feminista?

C: Sí, por supuesto. El feminismo se ha diversificado en muchas corrientes distintas y en los últimos años está siendo muy atacado y malinterpretado. Hay toda una reacción contraria y retrógrada que intenta ridiculizarlo, que intenta desarmarlo y exagerar ciertas cosas. Sigo siendo feminista con una postura muy similar a la que tenía a los veintitantos años, pero me encuentro y paso mucho tiempo discutiendo con otras feministas y también con personas muy conservadoras. Todavía hay mucha controversia, mucho de qué hablar y mucho por discutir. No es un movimiento monolítico donde todo el mundo piensa lo mismo.

 

¿Existe una forma ‘correcta’ para dialogar sobre estos temas?

C: Dialogar a un nivel muy personal entre todos nosotros. No solo de etiquetas, sino desde nuestra propia experiencia en el mundo. Tanto hombres como mujeres. Saber qué significa el hecho de que esperen que actúes de cierta manera solo por el sexo con el que has nacido. Conocer cómo eso nos limita. A las mujeres, desde luego, que nos limita, pero a los hombres también. El concepto de separar el mundo en dos sexos también limita al hombre en muchas de sus ambiciones y sueños. El machismo es un corsé que también aprieta a los hombres.

 

Son patrones de interacción y comportamiento establecidos por la sociedad.

C: Por supuesto. Yo he criado a dos hijos, y el bombardeo que sufren los chicos en la adolescencia para convertirse en algo que no son es terrorífico.

 

¿Cómo lo manejas desde la maternidad?

C: Como madre tienes cierto poder, pero es limitado. Es una voz dentro de casa que puede poner las cosas en su sitio. Ellos crecen viendo la figura de su madre, cuál es su trabajo y qué es lo que hace. Pero, por otro lado, está lo que les llega desde internet y a través de las redes sociales: una visión muy histriónica de las mujeres. Toca contrarrestar todo esto y darles argumentos para qué puedan discutir con los suyos. 

 

¿Para tus hijos influye el hecho de haber crecido con una madre artista? ¿Crees que adquieren otro tipo de sensibilidad o visión? En mi caso, haber crecido con una madre artista, escultora, me ha hecho creer por momentos que mi sensibilidad es distinta a la del resto.

C: Es bueno cuando los chicos varones crecen con una mujer en casa que les enseña a ser independientes. Es una forma de educación muy necesaria. Cuando este chico sale al mundo, ya es de otra generación. Tiene una forma de pensar completamente distinta a la de su abuelo. Es algo que pasa de manera natural.

 

Indagando más en ese sentido artístico. Existe una emoción, muy humana en general, pero que los artistas suelen extrapolar: la nostalgia. ¿Cuánto de nostálgico hay en el trabajo de Christina Rosenvinge hoy en día?

C: La nostalgia tiene dos lados. Hay un lado con una función muy bella y constructiva: si tú rememoras los momentos en los que fuiste feliz, estás reviviendo ese momento y se renueva la fe en que habrán momentos similares. La nostalgia es una forma de entender que la vida es hermosa. Ojalá todos podamos reconocer las cosas bonitas en el momento en que están ocurriendo. Hay un segundo lado, donde la nostalgia puede resultar peligrosa al creer que todo lo bueno está detrás. Si eres muy nostálgico y emocional, deberías considerar que ahora mismo están pasando cosas que echarás de menos en el futuro. Si ves fotografías del último verano, piensa que en el próximo ocurrirán cosas similares; si ves fotos con tus compañeros de clase a los que tanto querías, piensa que hoy tienes a tus compañeros de trabajo, a quienes echarás de menos cuando estés en otro lugar. Hay que darle a la nostalgia un sentido más utilitario y constructivo.

 

¿Y cómo lidias personalmente con la nostalgia?

C: Mi presente es muy bonito y dulce. Cuando ya tienes unos años, aprendes ciertas cosas. Por ejemplo, aprendes que todo es finito y todo se acaba. Cada momento que vivo lo valoro, porque sé que no volverá a ocurrir. Vivo muy en el presente.

 

 

***

 

En Perú hay una nostalgia muy fuerte con Que me parta un rayo.

C: Lo sé. La última vez que fui a Lima, estuve en contacto con un grupo de escritoras. Perú es un país con grandes hacedores de palabras. Es un orgullo encontrarme con un público tan especial y que valora las letras. 

 

¿Con qué escritoras peruanas te reuniste?

C: Con Becky Urbina. Ella tiene un libro de poemas titulado Camping en el país de las maravillas. Es muy bonito. En general, Perú es un país con muy buenos contadores de historias y mucha delicadeza verbal. El otro día, cuando estaba escribiendo, tomé de referencia un poema de Victoria Santa Cruz, “Me Gritaron Negra”. Me parece un poema poderosísimo; la grabación del video también es potente. El uso de la palabra en ese poema se estaba adelantando al slam poetry

 

Quedamos a la espera de tu reencuentro con el público limeño y con un disco tan significativo en tu carrera.

C: La magia de Que me parta un rayo es que, gracias a que se ha convertido en un disco clásico, la ceremonia siempre es la misma. No importa donde la toque ni en qué década.

 

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