Coqui Fernández de Move Concerts: “Lurín [tiene el espacio para un Lollapalooza], pero la gente tiene que desahuevarse”

Entrevistamos a Coqui Fernández, director de Move Concerts Perú, y conversamos sobre qué nos falta para albergar festivales de la magnitud de Lollapalooza.
Lollapalooza Perú

Finalmente, en los últimos días se revelaron los line ups para las ediciones 2025 del Lollapalooza en Chile, Argentina y Brasil, además del cartel oficial del Estéreo Picnic en Colombia. En nuestro país, como todos los años, surgió la misma pregunta: ¿qué nos falta para albergar festivales de esta magnitud? Contactamos Coqui Fernández, director de Move Concerts Perú y gestor de algunos de los conciertos más importantes que haya visto Lima (Soda Stereo, Metallica, etc), y le trasladamos esa interrogante. No solo recordó las condiciones mínimas que se deben cumplir en cuanto a aforo y venta de entradas, sino que propuso algunas soluciones que, a largo plazo, podrían ser determinantes para que Lima tenga un festival de esa magnitud.

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Es un tema que se viene discutiendo por años, pero el tiempo pasa y no tenemos, ni de cerca, un megafestival como Lollapalooza en Perú.
Coqui: El problema son las condiciones mínimas. El Lollapalooza es una marca y actúa bajo un sistema de franquicias, donde tienes un mínimo de condiciones para poder llevarlo a cabo. Esto pasa con cualquier franquicia en el mundo, donde te exigen desde el color del logotipo, la proporción de elementos en los artes publicitarios, entre otras cosas. Esas son, digamos, las condiciones a las que sí podemos acceder. A las condiciones que no podemos acceder, al menos desde hace diez años que evaluamos esto y no ha cambiado mucho, son la cantidad de gente y el número de fechas.

¿Cuál es el mínimo requerido de asistentes y fechas programadas para ese tipo de megafestivales?
C: En aquella oportunidad, tenían que ser no menos de tres fechas y debían ir aproximadamente unas 60.000 personas por fecha. Son las mismas condiciones en Argentina, Brasil y Chile. No sé si las hayan cambiado, entiendo que no. Pero el mejor festival en Perú ha llevado cerca de 60.000. ¿De dónde sacamos los 180.000 asistentes que requiere un Lollapalooza peruano?

Difícil, si no imposible.
C: Eso es todo. A partir de ahí, podemos conversar sobre qué tareas debemos hacer para revertir esa situación. Pero la razón principal es la imposibilidad del mercado de poder acoger, económica y financieramente, a un festival global como el Lollapalooza o como cualquiera… Primavera Sound o Rock en Río.

¿Cómo definirías a nuestro mercado de conciertos?
C: Somos un mercado joven, aunque ya no tan joven. Pero apostamos y concentramos nuestros gustos en lo que conocemos: principalmente la cumbia y la música urbana. Y estos festivales globales no son de cumbia ni de urbano, sino de rock o de pop rock. Por ahí tienen algo de urbano, pero no es el ancla de los Lollapalooza, por ejemplo.

En 2015, Tercer Parlante reveló que el mismísimo Perry Farrell, creador del Lollapalooza, había registrado esta marca en Indecopi. A partir de ello, se especuló sobre la posibilidad de que el festival llegara a Perú. ¿Sabías algo al respecto?
C: No sabía. Es una novedad para mí.

Quizás en 2015 sí existía la posibilidad con los aforos y la viabilidad, y algo cambió después.
C: Después de eso vinieron los festivales que hemos tenido, como Vivo x el Rock. Pero el Cosquín Rock se canceló. ¿Qué mejor mal ejemplo, no? Lamentablemente.

¿El Cosquín Rock es un ‘mal ejemplo’?
C: Es que este mercado es raro. ¿Por qué se cancela el Cosquín Rock? Quizás porque no tenía mucho urbano, y el urbano es lo que está de moda. ¿Pero qué esperaban? ¿Más rock? Eso es lo que me da a entender la cancelación, porque el Cosquín históricamente es un festival de rock y estaban esperando actos como Fito Páez o Fabulosos Cadillacs. Pero entiendo que la venta de entradas iba muy mal, y la vez pasada perdieron mucho dinero. Ahora sí prefirieron cancelarlo y ya nunca más vendrá el Cosquín.

¿Se puede atribuir la responsabilidad de estas cancelaciones a un actor específico?
C: Es una responsabilidad compartida. Hay un concurso de razones. No solamente se le puede atribuir al público su falta de ‘exploración’ musical, por decirlo de alguna manera. Que también lo es. Se trata un tema cultural. ¿Por qué el público tendría la culpa o la responsabilidad, si lo que le ponen en radios históricamente ha sido lo mismo? Y las radios van a justificarse igual: “yo pongo lo que el público me pide”. Y los empresarios, a quienes nos exigen que traigamos festivales globales, finalmente somos termómetros como las radios. ¿Acaso vamos a traer el Lollapalooza para perder plata? Sin embargo, el Ultra lo hizo muy inteligentemente: primero organizó el Road to Ultra, y de ahí pasaron al Ultra Perú.

Ultra Perú 2024

¿Y no se podría usar esa misma estrategia con otros megafestivales? De hecho, con el Primavera Sound se intentó hacer un Road to Primavera, ¿no?
C: Si estuviese en mis planes traer el Lolla, yo le diría a Perry Farrel que primero hagamos el Road to Lollapalooza. Para ir calentando y construyendo el mercado. Igual, te soy sincero: antes sufría más por la ausencia de festivales; ahora ya no tanto.

¿Por qué?
C: Porque ver a un a un artista como headliner es otro feeling. Ves un show completo, no te tienes que soplar otras bandas. Al ser más personalizado, los artistas cuestan menos también. En festivales te cobran mucho más. Ya no romantizo tanto los festivales.

Suena a que ya tiraste la toalla con los festivales.
C: No creo que una de las marcas globales vaya a venir al Perú, pero sí tengo la esperanza de que una marca local se vaya a realizar nuevamente. Move no tiene en su radar un festival en el tiempo inmediato. Hemos hecho algunos ‘protofestivales’ como las dos ediciones del Lima Hot Festival (2008 y 2010), o el Soundhearts (2018) con Radiohead. Yo también hacía el Rok An Pop en 2006 y 2007; luego organicé uno digital con solo cuatro artistas en 2020. Si hiciese uno ahora, sería por algo más romántico. Eso está en mi alma y espíritu; no lo haría tanto por negocio. En un contexto como el peruano, no tiene mucho sentido arriesgarse por un festival. Es mucha chamba y no tienes un mercado sólido que te respalde. Sin embargo, el romanticismo siempre está y quién sabe si les damos una sorpresa en el mediano plazo. Quizás al 2025.

¿Por qué sostienes que el mercado peruano no es tan rentable? ¿En qué se diferencia del argentino, chileno o colombiano?
C: Mira, los principales ingresos vienen de la taquilla. Tienes un público en Perú que sí vería a los headliners [de esos megafestivales]. En ese mercado, sí competimos. Pero de ahí vienen los artistas ‘medianos’, un segundo y tercer grupo [de los carteles oficiales de festivales], que no son conocidos en Perú porque no han sonado en radio. O han sonado poco. Los headliners son más populares, están en diversas plataformas. Con los ‘artistas medianos’, empezamos a tener problemas. Sin embargo, donde definitivamente hay problemas es con los artistas locales.

¿En qué sentido?
C: Tú necesitas tener talento local para soportar un festival porque con el talento local no gastas en pasajes aéreos, en hoteles, en viáticos. Te ahorras mucho dinero, y un buen artista local te puede vender tanto o más que un artista extranjero, que te cobra todos esos colaterales para poder venir.

¿Alguna vez se pudo lograr eso con los artistas locales?
C: Hace 20 años, cuando los grupos estaban fuertes, hubiera sido ideal tener un festival. Zen, Mar de Copas, los Nosequién, Libido, TK, Cementerio Club, Amén, y otros más… si tú metías en un festival a todos esos artistas que la estaban rayando en la época, te ahorrabas un montón de dinero. Fui mánager de dos de ellos, y te llenaban solitos un recinto de 6.000 a 7.000 personas. A un costo razonable de, más o menos, 50 soles.

¿Y hoy en día?
C: Eso ya no existe. Cualquiera de esos artistas, hoy en día, no creo que te lleven a más de 1.500 personas. Obviamente, no por falta de talento, sino porque el público no valora en Perú a sus artistas. Entonces, respondiendo a la pregunta inicial: sí tenemos público para el primer grupo de artistas de un festival global o ‘headliners’, como The Cure en el caso de Primavera Sound. Ahí sí van. Pero traes a artistas ‘medianos’ como The Kooks o Interpol, y no mucha gente los conoce. Luego, te sostienes en el tercer grupo de artistas locales, y la gente no va por ellos […] Es todo un mundo este tema, es todo un ecosistema podrido.

¿Pero no hay una responsabilidad del artista en que el público no lo acompañe en su carrera? Fito Paéz, por ejemplo, sigue sacando discos que quizás no son tan relevantes, pero todavía tiene una audiencia que lo acompaña.
C: Dame un ejemplo de Perú. No puedes usar un ejemplo de otro país porque culturalmente son otra cosa. Una de las cosas que le critico al público peruano es que no es muy ‘explorador’. O sea, meterte a internet. Escuchar una sola canción de alguien bien caleta para las masas, como The Last Shadow Puppets, y engancharte. Pero repito: no quiero responsabilizar solamente al público. Este es un ecosistema que está contaminado.

¿Cuál sería el rol ideal de los empresarios?
C: Los empresarios deberíamos tener una unidad [de búsqueda de nuevos talentos]. Hace poco, durante un conversatorio en la Feria Internacional del Libro, se me acercó un pata con unas preguntas bien interesantes. Me dijo: “Coqui, yo sigo tu carrera. Tú eres un apasionado y eres bien nacionalista. Ahora que estás más grande y te costará menos porque tienes más contacto, ¿por qué no creas una unidad en tu empresa para sacar nuevos talentos del rock y pop nacional?”. Ante esa demanda, le tuve que dar la razón.

¿Y por qué no existe esa unidad en tu empresa?
C: Porque es bastante chamba y sería dejar algo para el futuro. Yo ya no la vería hoy en día. Al mismo tiempo, soy empresario; tengo que pagar planillas. Acá nadie es beneficencia. Siento que ya he aportado mi cuota de ‘nacionalismo’, porque acá no tenemos una ley que te exige que los teloneros [nacionales] sean obligatorios. Pero nosotros siempre hemos luchado por esta ‘vitrina’ que te da ser una banda soporte. Siempre, porque sabemos que es una gran oportunidad para los teloneros. Hay buenos ejemplos: Gala Brie, que le abrió a Katy Perry en 2015; Los Outsaiders, cuando abrieron el concierto de Arctic Monkeys en 2019. Y digo que luchamos por eso, porque a los artistas internacionales no les gusta tener teloneros. Les mueves el escenario, tienen que compartir la consola y el equipo técnico.

¿Y está en los planes de Move Concerts Perú organizar un festival que reúna a nuevos talentos locales?
C: En un futuro, tal vez. Quizás a largo plazo. Ahora hacemos el Festival Internacional del Vinilo (FIV). Invito a todos a revisar las seis ediciones que se han hecho del FIV. Puro talento nuevo. Traemos artistas de Huancayo, Arequipa, etc […] En la última edición del FIV, trajimos a Dante Spinetta, que tiene un apellido sagrado y toda una trayectoria con Illua Kuryaki and The Valderramas. Además, hace poco sacó un disco como solista [Mesa Dulce del 2022] nominado al Grammy Latino, y un sencillo que ganó el premio a Mejor Canción Alternativa [“El lado oscuro del corazón”]. En otros países, la gente por esos factores va a verlo. Aquí, la venta fue un desastre. Eso es cultural.

Tenemos artistas peruanos con una importante presencia internacional. Jaze estuvo incluido en el line up del Lollapalooza Argentina 2024 y cantará en el Estéreo Picnic del 2025. Sofía Kourtesis, la primera artista peruana que reseña Pitchfork en su seción Best New Music, se presentó en Tomorrowland, Primavera Sound y otros eventos globales. Pensar en un festival con esos talentos nacionales que apalanquen, acompañado de actos extranjeros y artistas emergentes locales, ¿sería descabellado?
C: No, es interesante la idea. Un festival con los artistas nacionales que “la hacen” afuera. Aunque el mercado también está en recesión y me he concentrado en ir a ganador, con artistas que conozco como Keane o Travis. Pero el mercado está aguantado. Hay incertidumbre política y eso es lo que genera esta lentitud del mercado.

Argentina también tiene incertidumbre política, pero logran albergar varios festivales al año.
C: Nuevamente, es una locura comparar la cultura argentina con la limeña. Allá en cada esquina tienes un teatro. Pones a Babasónicos y te llena un estadio. ¿Quién te llena un estadio en Perú? Con Libido han tenido que pasar 20 años de separación para lograrlo. Hace poco vino Airbag a Lima [al Multiespacio Costa 21 de la Costa Verde], y en Argentina llenaron el estadio de Vélez Sarfield. Es otra vaina, es otro planeta. Sí, tienen jodida la economía, pero es parte de su cultura la música, el fútbol, la cerveza, la parrilla.

¿Y qué es parte de nuestra cultura?
C: La cumbia. La chela, también. Por eso es que la cumbia hace siete estadios en siete meses. Pero no estamos hablando del género, sino de lo que da pie a que se realice un Lollapalooza.

La adaptación siempre es una posibilidad. Es decir, ¿por qué no se podrían incluir artistas de cumbia a festivales de esta magnitud? Vivo x El Rock programó a Armonía 10 justo después de The Strokes.
C: Allí viene una contradicción. Lo primero que se debería hacer es revisar las listas de Spotify y de las radioes. Saldrán artistas de salsa, cumbia, urbanos, y algo de pop y rock. Eso triunfaría. Pero a eso no le podrías poner una envoltura llamada Lollapalooza, porque no te van a dejar.

¿No te van a dejar, quiénes? ¿Los dueños de la franquicia… o un sector del público peruano?
C: En ese caso, si queremos llamarle Lollapalooza, parte de la parrilla no la aceptarían los dueños de la marca porque no cumpliría con su franquicia. Tendrías que ponerle otro nombre […] Si quieres hacer un Lolla, tenemos que crecer –culturalmente hablando– para convocar a los artistas que participan en ese tipo de festivales. Si quieres hacer un festival que no tenga los rigores ni las condiciones del Lolla, ponle otro nombre.

Respecto a los lugares que pueden albergar los aforos requeridos. ¿En qué espacio de Lima se podrían meter 60.000 personas por día?
C: Para mí, Lurín. Pero la gente tiene que desahuevarse. Ese es otro problema: la gente tiene que gastar su hora entera para llegar a Lurín, o incluso menos. Yo he ido al Rock en Río en Brasil… y son dos horas para llegar a la Ciudad del Rock en Río de Janeiro. Aquí no quieren bajar al Arena 1 [en la Costa Verde] porque dicen que van a regresar con polvo en sus zapatos. No jodan. No hay ningún local en Lima para hacer un festival […] La gente tiene que entender los límites que como ciudad tenemos. Entras a redes sociales y, cuando se propone cualquier local, el hate es brutal.

¿Lidias con mucho hate?
C: Eso es idiosincrasia, aunque de algunos pocos felizmente. Los empresarios plantean soluciones, y lo ideal es que el público acompañe. Formar un puño sólido, pensar de manera cívica. Seguramente, esto que estoy diciendo ahora me va a generar, una vez más, muchos detractores. Van a sentir que los estoy atacando, que les estoy echando la culpa a ellos. Bueno, tengo 24 años como empresario y algo sé. Permítanme exponer mi experiencia sin ningún ánimo de señalar, porque hace un rato también admití que mi empresa debería tener una unidad para sacar nuevos talentos. A pesar de que ya estoy aportando mi cuota a través de los teloneros locales de mis conciertos.

Lo último sería que imagines tu propio megafestival. ¿Cuál sería tu line up ideal de artistas locales?
C: Qué delicado, seguro me olvidaré alguno. Primero incluiría a los artistas que ya han pisado tierras extranjeras, como Jaze. En segundo lugar, a los artistas que ya fueron testeados, que, si bien han transcurrido 20 años, se mantienen vigentes en los festivales nacionales. Libido, por ejemplo. La reunión de los NSQ y los NSC, que siempre convocaron gente. Hacer más conocido a Turbopótamos, que les sobra calidad. Tourista, me gusta mucho también. A Pelo Madueño y Miki González, que si hubiera nacido en Argentina llenaría estadios. Es un símbolo del Perú por toda su obra en el mestizaje, pero no ha recibido ese reconocimiento. Reivindicaría a Uchpa como orgullo andino. Entre los artistas emergentes llamaría a 380. En el FIV contratamos a una banda llamada Tokio Cassette. Me podría pasar toda una tarde nombrando a buenos artistas peruanos. Todavía hay mucho talento.


Move Concerts Perú, la empresa dirigida por Coqui Fernandez, ya tiene anunciado para este año los conciertos de Keane el 21 de noviembre, Young Miko el 2 de noviembre y Travis el 13 de noviembre.

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