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Crónica: This Town Need Guns en Lima 2020
- Fecha de publicación : 10:38 pm
- 01/10/2020
- Última actualización: 1:27 pm
- 07/22/2022
La temporada de conciertos 2020 empezó oficialmente lo hizo de una manera insólita para aquellas personas que gustaron de géneros como el emo, post-hardcore y math rock a inicios del siglo, en épocas donde buscar música era todo un reto y el mundo comenzaba a sumergirse en el mundo digital. This Town Need Guns (actualmente llamados solo TTNG para evitar la alusión al uso de armas) llegó al Perú para tocar por primera vez tras más de 15 años de trayectoria.
Esta banda inglesa es una de las más representativas de aquel estilo emo que se diferenció por inclinarse hacia pasajes sonoros más complejos y al mismo tiempo calmados. Si bien lo conocido como “math rock” surge en la década de los 90, para este lado de continente recién adquirió popularidad en esta última década, teniendo a una nueva generación apostando por los tappings y justamente teniendo como uno de los referentes a TTNG.
Animals (2008) no solo fue su primer álbum, sino que fue el disco que los catapultó a la fama internacionalmente, tras haber publicado solo EPs y singles en los años anteriores con un estilo más crudo y convencional. Con influencias de proyectos como American Football u Owls (es decir, la dinastía Kinsella), en el 2008 TTNG daba una reinterpretación del emo y en el 2018-2019 daba una gira en celebración del décimo aniversario, incluyendo al vocalista original Stuart Smith. Nosotros no tendríamos la suerte de verlos en dicho marco, pero en definitiva tuvimos algo especial la noche del jueves 9 de enero del 2020.
Henry Tremain (bajo/voz) y los hermanos Tim (guitarra) y Chris Collis (batería) llegaron a Lima con un par de días de anticipación para el inicio de la primera gira sudamericana en su historia y desde entonces, se comenzó a respirar mucha emoción. Tal vez no estamos hablando de una banda que congrega miles de personas en un estadio o campo abierto, pero la conexión con su música en todos estos años es algo que marcó a muchos jóvenes y adultos jóvenes aquí. No sorprendería que desde el primer telonero el local ya luciera más o menos lleno.
Fiesta Bizarra sería el encargo de iniciar la velada, ocasión que también servía como una reaparición del sexteto que inició como un grupo screamo y poco a poco fue dando espacio al math-rock y otros géneros y culturas (desde nuestra música criolla hasta Japón). Se siente que en vivo siguen experimentando con su puesta en escena, pero su ejecución musical siempre ha sido de sorprender, más aún desde la inclusión de una voz femenina de manera permanente.
Viejaürbana continuaría para terminar de alistar los motores antes del acto principal de la noche. La nobel banda saldría al escenario con mucho entusiasmo con un setlist principalmente de post-rock y confesarían que eran fans de TTNG tal como el resto de los presentes. Lamentablemente experimentarían algunas dificultades con el sonido, lo cual no dejaría apreciar del todo su propuesta instrumental. El cuarteto guardaría sus mejores temas para el final y todo quedaba listo para un momento que ni el más fan hubiera imaginado posible.
This Town tocando por primera vez en Lima (y en Sudamérica) a local lleno y con todo el público viviendo un sueño. Si bien la banda hasta el año pasado había estado tocando el Animals en distintas ciudades, ahora en el 2020 venían a repasar toda su discografía por estos lares. No obstante, nos regalaron igual el mejor inicio de un concierto de la banda: tal como en el aclamado disco, “Chinchilla” empezaría todo y a partir de ahí la euforia y el calor se intensificarían a niveles sofocantes.
“¿Les digo algo? Lima es una ciudad muy caliente” es lo que diría Henry, luego de haber estado correspondiendo muestras de cariños por parte de público y de haber intentado tiernamente comunicarse a través de Google translate, poniendo su celular en el micrófono. Tim y Chris acompañaban con sonrisas en todo momento, era demasiado obvio que la banda estaba realmente emocionada y, como decimos, empilada.
No sé si alguien más de las 150-200 asistentes se quedó con las ganas de ver el bizarro momento en que Henry se cuelga un bajo y una guitarra a la vez para tocar algunas canciones, pero honestamente lo que nos regaló con su voz fue una muestra exacta de lo que escuchamos en internet (aclarando que él no grabó Animals). Mención aparte para Chris que venció el calor a lo largo del show dándole duro a la batería y a Tim por la versatilidad de tocar piezas tan complicadas con la mano y hacerlo ver tan fácil y natural. El power trio de Oxford nos regaló una clase maestra de cómo explotar al máximo los recursos que te puede ofrecer una instrumentación en vivo tan economizada.
Luego de una mixtura entre temas del Animals y el 13.0.0.0.0 (2013), se animarían también a interpretar el single “Adventure, Stamina & Anger” (2011) y el éxito “Whatever, Whenever”, el único que sería tocado del gran álbum Disappointment Island (2016), donde residiría probablemente mi mayor queja del show. El concierto terminaría de una forma que para algunos era de esperarse: This Town Need Guns se despediría tocando “If I Sit Still, Maybe I’ll Get Out Of Here” y “26 Is Dancier Than 4” de su EP homónimo, otra de las reliquias de la discografía.
Personalmente, esta era mi segunda vez viéndolos en vivo (siendo la primera en San Francisco en el 2016) y puedo decir con certeza que el semblante y la energía en los ingleses fueron distintos aquí. Quizás el haber girado varias veces por Estados Unidos le quitaba un poco de magia o quizás simplemente ocurrió nuevamente que una banda se enamoró de Perú. Esa vez que los vi en California recuerdo haber tenido a la salida esa sensación de haber vuelto a nacer y esperaría decir con certeza también que alguien ayer se fue a su casa inspirado y renovado, con ganas de hacer nueva música o una nueva banda.
A pesar de ser solo 11 temas, fue más de una hora lo que estuvo la banda sobre la tarima de The Blood y pienso que fue más que suficiente eso para un día de semana caluroso en una discoteca con sabor a sauna. Hacia la salida del show, escuché diversos comentarios sobre el bajo volumen que tuvo la banda y tal vez puede ser cierto que estemos acostumbrados a escuchar fuerte todo, pero no estoy acostumbrado a ver una banda de nicho relevante tocar tan contenta en mi ciudad y darse el tiempo de agradecer a cada una de las personas involucradas en el evento (staff de producción, bandas teloneras, staff de sonido, incluso al dueño del local). Bonita e íntima forma de empezar un año que parece recibirá enormes conciertos.
Crónica por Paulo Contreras. Fotos por Sebastian Pesadilla.
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