Sofia Kourtesis: “No quería que las máquinas hablaran por mí, así que traté de cantar más”

Antes de su regreso a Lima como invitada de Rüfüs Du Sol, la productora y compositora comparte cómo su música se ha convertido en un espacio para conectar
Sibilla

La música de Sofia Kourtesis es un puente que conecta a dos mundos: la sensibilidad de Lima y la precisión de Berlín, una conexión cultural que ha llevado su sonido a escenarios globales como Glastonbury, Primavera Sound y Tomorrowland. Con Madres, su álbum más personal, elogiado por la Rolling Stone y aclamado por Pitchfork como uno de los “100 Best Albums of the 2020s So Far”, sumándose otros lanzamientos aclamados por la crítica, Sofia proyecta parte de su historia en su música, buscando crear una conexión humana.

En esta conversación, Sofía nos lleva a través de las raíces de su arte: cómo su infancia entre Perú y Alemania dio forma a su dualidad creativa, cómo encuentra belleza en las imperfecciones, y cómo ha convertido a su música en un espacio para expresar su vulnerabilidad, un lugar donde poder usar su voz.

Sofia regresa a Lima este 19 de marzo como invitada de Rüfüs Du Sol en su gira Inhale / Exhale World Tour 2025, en un concierto al fin del verano. Una experiencia musical inmersiva que se realizará en Costa 21. Las entradas ya están disponibles en Teleticket.

 


Tu música tiene un aire de nostalgia y raíces, pero al mismo tiempo proyecta un sonido global. ¿Cómo logras interpretar tus conexiones con el Perú sin perder esa perspectiva internacional?


Sofia Kourtesis: Siempre digo que mi corazón es peruano, pero mi motor es alemán. Pasé parte de mi niñez también en Alemania, así que llevo una parte de ambos conmigo. Tengo el criollismo, ese chip peruano que me encanta cuando estoy aquí [en Lima], mi mente está siempre observando, absorbiendo, grabando todo. Pero cuando vuelvo a Alemania, aflora mi lado más estricto. Entro en modo productora, me encierro y me concentro. Juego con ambos, y creo que es precisamente por eso que funciona. En Perú respiro la inspiración y, como soy una cinematógrafa frustrada, aquí es donde hago mis “cortometrajes” de sonido. Luego, en Alemania, creo la “película” completa, que sería el álbum.


Berlín tiene una escena electrónica vibrante y muy diversa. ¿Cómo logras que tu música mantenga un estilo propio dentro de ese entorno?

S: Creo que se trata de un respeto mutuo. Cuando estoy en Alemania, toco mucho más techno; es, sobre todo, respetar el espacio y lo que las personas buscan. Siempre trato de leer al público, así que, claramente, no voy a poner reggaetón de fondo, sino algo más como DBS, Ben Klock o Blawan. Es importante leer el espacio en el que te encuentras y respetarlo.

Cuando toco en mis propios conciertos, soy más abierta, vulnerable y juguetona. Todo depende de dónde esté, y creo que es por eso que funciona, porque me adapto. El ser humano tiene que saber adaptarse para sobrevivir.

 

 

Aunque la música electrónica puede percibirse como abstracta o experimental, tus producciones tienen una narrativa íntima muy clara. ¿Qué tan desafiante es para ti expresar vulnerabilidad dentro del género?

S: Al principio, tuve un poco de miedo porque no quería que las máquinas hablaran por mí, así que traté de cantar más. En ese momento, la estaba pasando muy mal y quise ponerle más corazón y menos perfección. Pensé: “Voy a tratar de hablar en la música electrónica sobre estigmas, el dolor, mis padres”, porque antes yo también era un poco más superficial. Hacía música, sobre todo, para que la gente bailara y pasara un buen momento.

Pero, al fin y al cabo, la música es algo que también deberías poder escuchar en todas tus facetas. Por eso, ahora es muy importante para mí que las personas puedan llevarme a sus hogares, que me escuchen cuando necesiten un impulso antes de una entrevista importante, algo que les diga: “¡Sí! ¡Puedes hacerlo!”. Pero también quiero estar ahí en momentos como cuando sales de una decepción amorosa, y decirte, en mi forma electrónica: “¡Ok! A todo el mundo nos ghostean, ¿y qué? ¡Next!”.

Eso es muy importante para mí. Lo que siempre deseé para esta producción es hacerla más humana, abrirme y mostrarme como ser humano.


¿Qué significa para ti poder tener este espacio de expresión con las personas? Expresarte en ese lenguaje.


S: Significa mucho, porque creo que tengo una forma de autismo y, a veces, me gusta encerrarme por muchos días. Es mi forma de poder expresarme en ese momento y luego compartirlo. Es mi momento, mi momento seguro.


Has conectado con audiencias de diferentes culturas. ¿Cómo te sientes al poder superar esas fronteras con tu música?


S: Fue algo muy surreal. En el último Glastonbury, donde toqué junto a bandas como Sugar Babes o Dua Lipa, en un escenario tan grande, con miles de personas ahí, fue cuando realmente me puse a pensar: “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿De verdad me lo merezco?”. No sé si alguna vez te ha pasado que te sientes como una impostora y te preguntas: “¿Realmente me lo merezco? ¿Merezco estar aquí?”

Sí…

S: Y luego pienso: “Lo voy a hacer por mi mamá, por las personas que quiero, por el lugar de donde vengo”. Implica mucha responsabilidad, pero, sobre todo, trato de utilizar esos espacios para conversar sobre los problemas actuales que enfrentamos. Para mí, no se trata solo de ser una artista y crear arte, sino de compartir también los problemas políticos a través del arte.

Usar tú voz.

S: Exacto.

 


Te he visto interpretar en vivo. ¿De dónde proviene toda esa fuerza y cómo logras transmitirla al público? ¿Qué intentas despertar en las personas?


S: Me encantaría abrazarlos. Es un impulso que siento, como si pensara: “Gracias por estar aquí, por escucharme, por darme la oportunidad”. Porque es gracias a ellos que estoy aquí. Es gracias a mi público que puedo traer a mi mamá [a Alemania], darle la vida que necesita y los cuidados médicos que requiere. Gracias a ellos, puedo apoyar las causas que quiero, comprar mis cinco Red Bulls y cosas así, que tal vez no sería capaz de hacer si no tuviera a mi público.

Son muy reales, porque no paso todo el día en TikTok ni publicando en Instagram. Trato de compartir con ellos, pero creo que entienden que, a veces, soy callada y hablan conmigo escuchándome a través de mi música. Por eso, cuando finalmente los veo, trato de darles todo de mí, porque ellos me lo dan todo. Entonces, ¿cómo no devolver ese amor tan grande?


Tuviste un episodio fuerte relacionado con la censura y la falta de libertad personal en el Perú, por besar a una persona del mismo género en una escuela conservadora de Lima. ¿Cómo influyó esa experiencia en tu expresión artística?

S: Me ayudó a alejarme un poco de las personas que tienen un gran estigma sobre la sexualidad en general. Mi madre me ayudó mucho; me permitió volar, dejarme ir a Alemania con 17 años, perseguir mis sueños, estudiar en una escuela de cine y ver otro mundo que no fuera tan estricto, que no se sintiera como una caja cuadriculada.

Gracias a esos episodios, decidí realmente irme, porque, de no ser así, tal vez, en lugar de hacer música, habría terminado dedicándome a otra cosa. Lo cual no habría estado mal, porque también me habría encantado explorar cosas diferentes. Tal vez ser abogada y especializarme en derechos humanos. Últimamente me gusta remodelar casas; he descubierto mi faceta como pintora. Pero lo que hago es música, es lo que respiro, lo que soy. Quiero quedarme aquí, porque es mi profesión y mi pasión.

 


Las 3 preguntas con Sofía Kourtesis


¿Tres bandas favoritas?

Joy Division, Floating Points y Caribou.

¿Tres artistas nuevos que te gustaría recomendar?

Arca, la amo y le mando un gran beso. Reina Tropical y Barry Can’t Swim, es muy bueno también.

Un concierto que cambió tu vida.

The Smashing Pumpkins, Björk y Manu Chao.

¿El que más te marcó?

Manu Chao.

¿Cómo fue esa experiencia?

Las letras, sus letras hablan sobre el pueblo, y no hay muchos cantantes que lo hagan. Usualmente hablan sobre el amor, el desamor… es todo amor, amor, amor. Pero él hablaba sobre el amor al pueblo. Sus letras son impresionantes, es un poeta. Creo que eso me impresionó, junto con la forma en que tocaba la guitarra. Las pequeñas imperfecciones, era tan bonito y natural. No era una producción perfecta, sino que todo era improvisado y tan libre, que realmente lo creías.

Humano.

Sí, humano.

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